Fotografías
Una de las cosas que aprendí de mi Papá fue el gusto por la fotografía. Cuando uno es chico, su familia es la normalidad, y nosotros crecimos en una casa donde los libros estaban presentes en todas las habitaciones y en la que proyectar diapositivas acompañadas por mates y tortas fritas era una actividad de fin de semana.
Las dos cámaras Olympus se turnaban entre los viajes y cumpleaños. Ahora sé que no todas las familias contaban con una cámara de fotos semi profesional. Mucho menos alguna que el padre prestara aún a sus hijos chicos.
Aunque tiene algunos paisajes en su historial, su especialidad (o lo que creo que más disfrutaba) era de los retratos. Para eso tenía un teleobjetivo que le permitía capturar primeros planos desde lejos.
Tuvo siempre el sueño de armarse un espacio en la casa para poder revelar rollos. Nunca lo hizo. Hace unos años volvió a un taller de fotografía y en el último viaje que hicimos para visitar a mi hermano en el sur, llevó la cámara con algunos rollos que le regalamos (siempre se opuso a las cámaras digitales, como a tantas otras cosas).
Cuando hace unos años decidí cambiar mi cámara, elegí una Olympus que homenajeaba a la cámara que tenía él, la OM-1. Siempre lo recordaré cuando la use. No era de hablar mucho, pero estoy seguro que estaba contento de haber transmitido el placer por la fotografía a sus hijos y nietxs.